Si queremos llevar una dieta equilibrada debemos tomar
alimentos que nos proporcionen las cantidades adecuadas de energía, nutrientes,
vitaminas, minerales y oligoelementos, que ayuden a mantener a nuestro
organismo en forma e inmune a posibles enfermedades. El pollo es una de las
mejores opciones. Es una buena fuente de proteínas, con aminoácidos esenciales
de fácil digestión. si ingerimos un filete pequeño de pechuga de pollo,
estaremos aportando a nuestro organismo el 30% de sus necesidades medias de proteínas
diarias. En cuanto al contenido de grasas, el pollo se caracteriza por el bajo
aporte de las mismas, y como consecuencia, el pequeño riesgo de padecer
colesterol. Es, por ello, que se considera una carne magra. En el pollo
predomina la “grasa buena”, con efectos positivos en la salud cardiovascular.
Las vitaminas que
aporta el pollo
Otro de los grandes aportes de la carne de pollo son
las vitaminas. Predominan las del tipo B; la niacina o B3 transforma el
alimento en vitamina, mientras, la B6 o piridoxina favorece la formación de
glóbulos rojos y el buen funcionamiento del cerebro. La vitamina B1 colabora
con el correcto trabajo del sistema nervioso, del corazón y del cerebro, y la
B2 cuida de nuestro aspecto externo, principalmente, del pelo, las uñas y la
piel. Además, esta carne contiene ácido fólico, imprescindible para evitar
problemas durante el embarazo o enfermedades cardiovasculares.
El aporte de
minerales que ofrece este alimento
El pollo es también
fuente de minerales. El fósforo que nos aporta nos ayuda a mantener sanos los
tejidos cerebrales, y al mismo tiempo, cuidar nuestros huesos y dientes.
También obtenemos hierro, imprescindible para el sistema inmunológico. Por
último, la ingesta de este alimento nos proporciona un tercer mineral, el
potasio.
El pollo, la salud
y las dietas
Una de las ventajas que ofrece la carne de pollo es
que es muy fácil de digerir. Ni siquie
ra la carne de pavo es de tan sencilla
digestión. El pollo también es útil en las dietas de adelgazamiento, siempre y
cuando se escojan las piezas más magras del ave. Una opción es la pechuga;
mucho mejor si elimina la piel que la recubre (esta almacena una gran cantidad
de grasa) y la prepara sin aceite, es decir, a la plancha o al horno. Si no
excede los 80 gramos por ración, la carne de pollo puede formar parte de la
dieta de personas con ácido úrico elevado. Estos pacientes pueden incluir esta
carne en su dieta pues es una de las más bajas en purina, sustancia que deben
evitar, ya que eleva el ácido úrico. Por sus cualidades y los nutrientes que
contiene, la carne de pollo está especialmente indicada para el tratamiento de
algunas enfermedades como la obesidad, la diabetes, afecciones
cardiovasculares, etc. La característica que más colabora a su uso en estas
dolencias es que se trata de un alimento hipocalórico y bajo en grasas. En el
caso de que debamos seguir una dieta blanda, el pollo es lo más indicado, por
tratarse de una carne blanda y de fácil masticación. Los expertos recomiendan
que se cocine con piel o en guisos no secos, para que pueda conservar su
jugosidad. Está también señalada para celíacos. En este caso, y en cualquier
otro en el que se tome carne de pollo como beneficio durante alguna enfermedad,
los especialistas en nutrición recuerdan que siempre se tomará un alimento
fresco y no derivado. Estos últimos han sido tratados y en la mayoría de los
casos han perdido todas sus propiedades y nutrientes.
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