SALUD MENTAL
Abordar
la definición de un concepto homogéneo de salud mental es quizás tan complicado
como lo es la propia psiquis humana. Es que este concepto tiene diferentes
connotaciones según la cultural, la sociedad y cada comunidad en particular.
Pero tomaremos la declaración de un organismo internacional acerca del tema,
que es la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en este caso, aunque tampoco exista
una definición concisa, sí el organismo ha expuesto que la salud mental tiene
relación con la salud en cuanto los vínculos en la familia, las emociones y
sentimientos de cada persona, las relaciones socioculturales que se establecen
de manera cotidiana con las demás personas y los pensamientos personales.
En un nivel psíquico, se dista mucho de los síntomas que son propios del nivel
físico. Uno puede prever de alguna manera la “ausencia de enfermedad”: nos
colocamos vacunas contra determinadas enfermedades, visitamos al médico de
manera periódica para realizar chequeo y controlar que todo esté bien, y si no
lo está, éste nos dice qué tratamientos, medicamentos o estudios médicos aparte
necesitamos para resolver la enfermedad, afección o dolencia y estar sanos. En
cambio, cuando se trata de la mente, los factores que influyen en la salud de la
misma son muchos otros. Uno difícilmente pueda prever una separación de padres,
la muerte de un ser muy querido o la depresión que genera la necesidad
económica.
Si bien uno puede imaginar “cómo reaccionaría si” o tomar conciencia de que se
trata de situaciones que pueden concretarse (nadie es inmortal, por eso, tarde
o temprano, tendremos que vivenciar la dura experiencia de la muerte de un
familiar o un amigo muy querido, por ejemplo), no estamos al cien por ciento
seguros de cómo finalmente reaccionaremos ante dicha situación y más aún, de
qué manera la asimilaremos –o no-.
En la actualidad, los casos de ataques de pánico, trastornos de ansiedad,
trastornos de aprendizaje o problemas cognitivos, depresión, estrés, angustia
son más frecuentes que en el pasado, o al menos, están más visibilizados,
propios de un mundo donde muchas veces la aceleración en la cual vivimos, las
nuevas configuraciones de la familia, las adicciones y demás factores provocan
trastornos psíquicos que requieren tratamiento médico, primero psicológico
(para abordar el tema desde una terapia) y en muchos casos, desde el ámbito
psiquiátrico, en caso de que el paciente necesite un tratamiento farmacológico.
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